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Navacerrada, una escapada por la Sierra de Guadarrama

Ayuntamiento de Navacerrada, en la Plaza de los Ángeles

Ayuntamiento de Navacerrada, en la Plaza de los Ángeles

Cuando pensamos en viajar siempre tenemos en la cabeza el ir a lugares lejanos, coger el avión y visitar otros países, ciudades, culturas… O incluso conducir horas y horas hasta llegar a nuestro destino… Parece que cuanto más lejos, mejor será el viaje. Y es una pena, porque por ese motivo muchas veces no apreciamos lo que tenemos cerca.

Precisamente esto es lo que me ha pasado con Navacerrada, un pueblo precioso situado en la Sierra de Guadarrama, a 52 kilómetros de Madrid. Tiene tan sólo 27,5km2 pero su encanto es infinito. Me gustan sus edificaciones de estilo tradicional, siendo algo muy diferente para los que somos de ciudad, y además es muy agradable dar un paseo por sus calles empedradas, visitando algunos de sus monumentos más importantes.

¿Qué ver en Navacerrada?

Iglesia de Nuestra Señora de la Natividad

Iglesia de Nuestra Señora de la Natividad

Para los más aventureros o deportistas, los alrededores de Navacerrada son perfectos para hacer senderismo o paseos por la montaña. Hay numerosas rutas. Pero si prefieres quedarte en el pueblo, te recomiendo pasear, perderte, y descubrir Navacerrada por ti mismo.

  • La Plaza de los Ángeles, en el centro del pueblo, donde se encuentra el Ayuntamiento y la Fuente de los Ángeles.
  • La Iglesia de Nuestra Señora de la Natividad, construida sobre un cerro y que data del siglo XVI, con nidos de cigüeña en lo alto de la torre. Una maravilla.
  • La Fuente de la Canaleta, llamada también Fuente del Veraneante, de piedra y con agua del manantial. Muy rústica y totalmente integrada en el paisaje.
  • La Ermita de San Antonio, construida en piedra y en donde cada 13 de junio finaliza la Romería para honrar a San Antonio de Padua. A lado hay un mirador con unas vistas espectaculares a la montaña. Se ve La Pedriza, La Maliciosa, los cerros de Navacerrada y Collado Mediano…
  • El Embalse de Navacerrada, que desde 1969 abastece de agua a varios pueblos de la Sierra de Madrid. Tiene unas vistas increíbles, con la montaña al fondo.

Puerto de Navacerrada… ¡a esquiar!

Vistas desde el Puerto de Navacerrada

Vistas desde el Puerto de Navacerrada

Si seguimos por la carretera M-601, a unos 10 minutos en coche, encontraremos el Puerto de Navacerrada, situado a 1.858 metros de altitud, que es el puerto de montaña más alto de toda la Sierra de Guadarrama y separa las provincias de Madrid y Segovia. Pertenece al municipio de Cercedilla, y dispone de varios hoteles, albergues, cafeterías, restaurantes…  Pero sobre todo es importante por su estación de esquí, que se llena de madrileños cada fin de semana de invierno. Es una estación pequeña, con apenas 10 kilómetros esquiables, perfecta para los que quieren iniciarse en este deporte.  Es un poco anticuada, pero es que hay que tener en cuenta que es una de las estaciones de esquí más antiguas de toda España.

Navacerrada no es un destino exótico ni paradisíaco, pero es el lugar perfecto para descansar de la ciudad, ir un día a comer o a esquiar si subimos al Puerto en invierno. Pasar una tarde allí supone coger aire fresco y te relaja, desconectas un poco. Un gran descubrimiento y cerca de Madrid. Volveré pronto.

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El Molar, un paraíso rural a 20 minutos de Madrid

En la Plaza Mayor de El Molar. Detrás, la Parroquia de la Asunción

En la Plaza Mayor de El Molar. Detrás, la Parroquia de la Asunción

El Molar es uno de los pueblos que más me ha gustado en los últimos tiempos. Estuve hace poco con unos amigos y nos encantó: es rural, familiar, tranquilo y se come de maravilla. No se caracteriza por tener los puntos de interés más interesantes, poco más que algunas iglesias y ermitas antiguas, pero sin duda merece la pena disfrutar de su paisaje y de su gastronomía.

Situado a 39 kilómetros al norte de la capital española, en la Sierra Norte, tiene unos 4.200 habitantes. Sus calles son pequeñas, antiguas, desordenadas… Me encanta pasear por ellas… Acostumbrada al agobio de Madrid, me encantó la tranquilidad que se respiraba allí, con grupos de amigos charlando tanto dentro como fuera de los bares, niños felices correteando por las calles y un ambiente relajado que bien necesitaba.

Llegamos a este típico pueblo serrano en un día frío de abril, con granizo y lluvia intermitente, pero con muchas ganas de pasarlo bien. Y vaya si lo conseguimos. Tras el aperitivo, una tradición española de la que me cuesta prescindir, nos dirigimos a las famosas cuevas.

Gastronomía insuperable

Supongo que todos los restaurantes de El Molar tendrán un menú delicioso, pero yo probé el de El Matador –que es la bodega más antigua de la zona- y me pareció espectacular. Es un sitio oscuro, con alguna vela y alguna luz indirecta… vamos, que es rústico y típico de montaña, pero con un encanto difícil de superar. Probamos la morcilla, el chorizo, la ensalada… y por supuesto el chuletón de ternera… ¡todavía se me hace la boca agua! Además, la relación calidad-precio era tremendamente buena, y el servicio muy amable. Lo recomiendo sin pensármelo dos veces.

Las famosas Cuevas

Ya con el estómago lleno visitamos Las Cuevas, uno de los atractivos de El Molar, a las que accedimos a través del restaurante. Cuentan que hay unas 400 cuevas de origen árabe en las que los habitantes guardaban el vino. Yo no vi vino, pero me pareció divertidísimo recorrer los oscuros túneles y pasadizos que conectan los restaurantes, y todo a la luz de las velas.

Así que en definitiva os recomiendo una visita a El Molar tanto con amigos como con familia o en pareja, si queréis relajaros, escaparos un poco del bullicio de Madrid, disfrutar de una deliciosa gastronomía y sobre todo, si os apetece pasarlo bien. Está cerca de Madrid y os servirá para coger un poco de aire fresco y puro, y para comer de calidad a un precio muy razonable.

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Sol, Plaza Mayor y Mercado de San Miguel: el Madrid más castizo

Plaza Mayor de Madrid

Plaza Mayor de Madrid

Siempre que pienso en Madrid se me vienen a la cabeza palabras como tráfico, atascos, ruido, contaminación, bullicio… sin embargo, me encanta Madrid. Tiene algo que lo hace especial, ¿será su gente? ¿Será su ambiente? ¿Será su mezcla de estilos clásicos y modernos? No estoy segura. Lo que es cierto es que me agobia la ciudad, pero la echo de menos cuando estoy lejos.

La capital de España tiene alrededor de 3,3 millones de habitantes, y la zona centro, donde he vivido mi última aventura, cuenta con 150.000 personas, concentradas en apenas 5,2 km2. Es la parte más antigua de Madrid y la zona más turística de la ciudad.

La mejor forma de llegar es, sin duda, en metro. Al bajar en la estación de Sol –rebautizada recientemente como Sol Galaxy Note-, nos encontramos directamente en la Puerta del Sol, Kilómetro Cero y epicentro de todas las carreteras españolas, desde donde se emiten las famosas campanadas cada 31 de diciembre para comenzar el Nuevo Año.

La Plaza Mayor, concentración de turistas

A pocos metros está uno de mis lugares preferidos de Madrid: la Plaza Mayor. Tiene nueve entradas, la más famosa es el Arco de Cuchilleros, y sus múltiples terrazas –con precios desorbitados, todo hay que decirlo -siempre están llenas de turistas felices con su sangría y sus tapas. De sus cuatro fachadas, mi favorita es la Casa de la Panadería –situada al norte- por sus colores, originalidad y por ser un símbolo del Madrid más castizo.

Pero sin duda, la mejor época para ir a la Plaza Mayor es en diciembre, donde se instala cada año un mercado navideño  –tradición desde 1860- en el que se encuentra todo lo que te puedas imaginar: árboles de Navidad tanto reales como artificiales, adornos de la época, Reyes Magos, Papá Noel… y por supuesto artículos de broma y disfraces. Mezcla de antigüedad y diversión, ¡la Plaza Mayor lo tiene todo!

Mercado de San Miguel… ¡viva las tapas!

Una de mis mejores amigas me habló de este sitio hace unos años y me ha gustado tanto que es una de mis paradas obligadas cada vez que voy a Madrid. Es el Mercado de San Miguel y está al lado de la Plaza Mayor. Desde mediados de 1800 ha sido un mercado de alimentos y, tras pasar por diversas remodelaciones, en el año 2009 se reinauguró como un lugar gastronómico, aunque mantiene su estructura de hierro y ese toque de mercado tradicional. Ahora se sirven tapas de calidad y se pueden degustar delicias de la cocina española como tortilla de patatas, jamón ibérico, marisco fresco, sangría, vinos… Todo de primerísima calidad, aunque precios altos, como cabe esperar.

Si vienes a Madrid es casi obligatorio que visites estos lugares, donde vas a encontrar buen ambiente, internacionalidad, diversión y cultura. Piérdete por sus callejuelas, disfruta de su gastronomía y déjate llevar por sus tradiciones y su belleza. No te va a decepcionar.

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