Archivo mensual: agosto 2012

Oporto, una ciudad estancada en el pasado

Vista de Oporto desde el río Duero

Vista de Oporto desde el río Duero

La ciudad de Oporto me sorprendió. Después de Lisboa es la urbe más importante de Portugal, así que me esperaba algo de modernidad, color, pasión… Sin embargo, me encontré con un lugar estancado en el pasado, melancólico, anticuado, algo sucio y demasiado enfocado al turismo. El ambiente era frenético, aunque la gente tenía una mirada triste, tan apagada como la ciudad. Aún así, he de reconocer que tiene su encanto y que poco a poco la ciudad te va cautivando.

Estación de Trenes de San Bento

Estación de Trenes de San Bento

Mi primera parada fue uno de los lugares más conocidos de Oporto: la Estación de Trenes de San Bento, en la Praça de Almeida Garret. Se construyó sobre el antiguo convento de San Bento del Ave María, aunque lo más espectacular es su hall interior, decorado con más de 20.000 azulejos azules (típicos de Portugal) que cuentan la historia del país. También es muy recomendable visitar la Catedral de Oporto, de estilo románico, gótico y barroco, que fue construida entre los siglos XII y XIII en la parte más alta de la ciudad. Como curiosidad, en la plaza que hay frente a la fachada se encuentra una columna que en su día se utilizaba para colgar a los criminales.

De compras por Oporto

Mercado de Bolhao

Mercado de Bolhao

Si lo nuestro es ir de tiendas y gastar, lo mejor es dar un paseo por la Rúa de Santa Catarina, la calle más comercial de Oporto, peatonal y llena de vida, con infinidad de establecimientos de moda, restaurantes, pastelerías y lugares perfectos para tomar un snack. Allí se encuentra el famosísimo Café Majestic, una cafetería muy elegante que aún conserva su estilo de los años 20, y donde se daban cita los artistas y escritores de la época. Cerca de la Rúa de Santa Catarina está uno de los sitios más auténticos que encontré en Oporto: el Mercado de Bolhao, abierto desde 1914, un sitio que mantiene su aspecto antiguo y decadente y que no se ha modernizado para nada. Allí se vende fruta, carne, pescado, flores… Al entrar te quedas con la boca abierta, como si entraras a un mercado de los años 80, así que es un sito que no puedes perderte.

Para relajarnos un poco, es una buena idea hacer el Crucero de los Puentes, un paseo en barco por el río Duero que pasa por los seis puentes más importantes que cruzan el río. Está totalmente enfocado al turismo, pero su precio ronda tan sólo los 10 euros por persona, dura un hora y es muy agradable. Hay multitud de empresas que los organizan, pero todos los barcos parten desde el muelle de la Ribeira.

Gastronomía portuense

En una de las bodegas...

En una de las bodegas…

Y cruzando el río está Vila Nova de Gaia, que en realidad es otra ciudad. Es donde se concentran todas las bodegas del mundialmente conocido vino de Oporto, dulce pero con una alta graduación. Por unos 3 euros las bodegas ofrecen una visita guiada en tu idioma con degustación incluida. Entre las más famosas se encuentran Sandeman, Calem o Ramos Pinto, aunque en mi opinión Taylor´s (del año 1692) es la más interesante y completa. En cuanto a gastronomía, los platos más típicos de Oporto son el bacalao, las tripas de vaca o la francesinha, una especie de sándwich con diferentes tipos de carne, muchísimo queso, y todo cubierto con una salsa a base de tomate y un toque algo picante. Delicioso.

Puente Dom Luiz

Puente Dom Luiz

Sin embargo, tras este viaje he llegado a una conclusión que me sorprende, y es lo poco que sabemos de nuestros vecinos portugueses. Es un país con mucha riqueza cultural, unas playas espectaculares –algunas de ellas paraísos para surfistas- y una gastronomía muy diferente a la española. Es cierto que al llegar –al menos a Oporto- tienes la sensación de estar viajando al pasado, pero eso también es fascinante. No puedo afirmar que es una ciudad que me encantó, pero sí reconozco que es un lugar único.

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Santiago de Compostela, la ciudad del peregrino

Catedral de Santiago, en la Plaza del Obradoiro

Catedral de Santiago, en la Plaza del Obradoiro

Tan sólo pasé unas horas en Santiago de Compostela, pero fueron suficientes para sentirme atraída por esta maravillosa ciudad gallega. Tiene ambiente, mucha cultura, buena gastronomía y todo a un precio muy asequible.

Santiago de Compostela está en la provincia de La Coruña, Galicia, al noroeste de España. La ciudad, con algo más de 95.000 habitantes, recibe cada año a un grandísimo número de turistas. Pero la ciudad es conocida, sobre todo, por ser el lugar donde finaliza el famoso Camino de Santiago. Hay muchas rutas de peregrinación, pero todas ellas finalizan en la Catedral de Santiago, donde se dice que está enterrado el Apóstol Santiago el Mayor.

Plaza de la Quintana -Quintana de Mortos-

Plaza de la Quintana -Quintana de Mortos-

La Catedral de Santiago, situada en la Plaza del Obradoiro, es una maravilla de la arquitectura y el mayor tesoro de la ciudad. Se empezó a construir en torno al año 1075 y es de estilo barroco, romántico y gótico. Su fachada es impresionante, pero su interior es igual de espectacular, en el que se encuentra uno de sus símbolos más conocidos, el Botafumeiro, un gran incensario que cuelga de la Catedral, y que se pone en funcionamiento tan sólo en 12 ocasiones al año. Pero cuando el Botafumeiro no está en marcha, lo que vemos los turistas es una reliquia un poco más pequeña a la que llaman “La Alcachofa”.

En la parte trasera de la Catedral, situada en la Plaza de la Quintana, es donde se encuentra la famosa Puerta Santa, que se abre en la víspera del Año Santo Jacobeo (el año el que el 25 de julio –Festividad de Santiago- cae en domingo). Esta plaza resulta muy sobria tras haber visto la grandeza de la Catedral, pero es perfecta para hacer una parada. Está dividida en dos partes, una arriba –Quintana de Vivos– y otra abajo –Quintana de Mortos-, separadas por una escalinata de piedra que siempre se llena de peregrinos y turistas.

La deliciosa cocina gallega y compostelana

Rua do Franco, zona de restaurantes

Rua do Franco, zona de restaurantes

Pero tras ver la Catedral, lo mejor de Santiago –para mí- es degustar su sabrosa gastronomía. La parte más concurrida para comer es la zona de Franco, donde se concentran numerosos restaurantes. La calidad de los productos del mar de todo Galicia es insuperable, sobre todo vieiras, pulpo a la gallega, ostras, percebes, centollos… Y todo ello fresco, recién sacado del mar, y a unos precios muy razonables. Tampoco puedes perderte la empanada gallega; hay numerosas versiones, pero mi preferida es la de zamburiñas o la de pulpo. De postre lo más típico es la Tarta de Santiago, hecha con almendras, un poco empalagosa pero riquísima. Y para beber, el vino más popular es el Albariño, aunque yo prefiero el Ribeiro, que es más ligero y se bebe en tazones en vez de en copas.

Santiago de Compostela es una ciudad que te seduce, tanto por su riqueza cultural como por su gastronomía. Si no llueve, os recomiendo que os sentéis un rato en la Plaza del Obradoiro, contemplando la fachada de la Catedral y la aparición de los peregrinos, que llegan emocionados, gritando y saltando de alegría a su destino tras el duro Camino de Santiago. Esta ciudad es una visita obligatoria para cualquier amante del turismo. No sé cómo no fui antes.

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